¿Por qué movimiento consciente?

Una simple mirada a nuestra anatomía nos basta para comprobar que estamos diseñados para el movimiento: poseemos huesos huecos para mejorar la resistencia de nuestra estructura con el mínimo peso, zonas articuladas y lubricadas para mejorar la marcha y la movilidad en diferentes ángulos, músculos terminados en ligamentos y tendones que aumentan la resistencia y la fortaleza de su trabajo. Si bien la postura erguida sobre los pies ha presentado un reto de adaptación, lo que originó varios ajustes en la posición de nuestra cadera y espina dorsal, el resultado final es un organismo eficaz a la hora de desplazarse y adaptarse a los más variados entornos. Bueno, unos más que otros…

No obstante, y a pesar de que la musculatura está exquisitamente coordinada mediante complejos mecanismos de trabajo agrupado como las fascias (mejor trabajo en equipo) realizamos la mayoría de nuestros movimientos cotidianos en modo inconsciente. Esto es, programados para determinada función, apenas prestamos atención a los ajustes, dificultades y características de cada acción musculoesquelética. Esto causa que a menudo nos encontremos practicantes de cualquier disciplina con escasa propiocepción, que es la capacidad del organismo de percibir la colocación exacta de cada una de sus partes en el espacio. No necesitamos mirar nuestros pies para saber cómo están colocados. ¿O sí? Quizás tus receptores musculares y tu sistema nervioso central tienen que conversar más a menudo.

Los distintos tipos de fibras musculares nos permiten realizar movimientos voluntarios, controlados por nuestra consciencia, e involuntarios. Afortunadamente no hace falta pensar en los latidos del corazón o en la digestión de los alimentos para que estas funciones continúen realizándose. El cerebelo se encarga.

No hay mejor estímulo para observar nuestra movilidad que cuando tenemos una lesión o un impedimento físico. Reeducar un movimiento complejo tras un reposo prolongado es un gran reto y sin embargo… ¡parece tan fácil caminar o tomar un bolígrafo para escribir! Es un proceso lento (hay que hacerlo conscientemente) y preciso.

Es a través de esos movimientos voluntarios realizados de modo consciente, que podemos ejecutar un trabajo más profundo de comprensión y autoconocimiento de las posibilidades de nuestro cuerpo. ¿A qué nos referimos por consciente? Veamos más de cerca el proceso.

Cuando se entrena un movimiento técnico (un tiro a canasta, un pase, una patada, un giro sobre un pie) lo trasladamos de nuestro inconsciente voluntario a nuestro consciente. Hemos de repetirlo para mejorar esa destreza concreta, ese ángulo, esa precisión, esa coordinación. Cuando a fuerza de repetirlo lo automatizamos del modo que queremos, entonces ya podemos pasarlo de nuevo al plano inconsciente. ¿Porqué? Porque consume demasiados recursos. Nuestra mente, economista especializada en el ahorro de energía, vela por la extrema eficacia de nuestros recursos personales, conocedora de que son limitados y no podemos mantener de forma indefinida nuestra concentración, nuestro tono muscular, nuestro ajuste fino, nuestra motivación personal. Esto no significa que el artista o el deportista en cuestión no esté plenamente conectado con su actividad presente, sino que no le requiere el mismo nivel de atención que cuando lo practicaba inicialmente.

Moverse conscientemente utiliza la función primaria de movilidad corporal, que nos produce las sensaciones propias del trabajo muscular. Pero hilando más fino, también podemos apreciar las consecuencias emocionales de nuestra postura, la sutileza de un gesto no imprescindible, la precisión de los gestos cotidianos. Parece una trivialidad, pero quién no se ha sentido conmovido ante la expresividad y gracilidad de los movimientos de una patinadora sobre hielo, un gimnasta o bailarín de éxito o un artista marcial. Todos ellos han desarrollado una excelente propiocepción a través de interminables horas de práctica atenta y perseverante. Sí, todos hemos soñado con la posibilidad de poseer el talento sin el esfuerzo que hay que invertir para desarrollarlo. Pero tú y yo sabemos que no es más que una fantasía. No hay atajo sin trabajo.

Ni tan siquiera es necesario que lleguemos a un nivel de excelencia tan destacado. Los beneficios físicos y emocionales de realizar movimiento consciente de cualquier tipo son alcanzables para cualquier persona. Solamente hay que desarrollar la sensibilidad necesaria, la consciencia de lo que está sucediendo (increíble superpoder), guiados por la atenta mirada de un buen profesional. Sí claro, practicando. Consciente igual a lento, como la rehabilitación, como la buena comida, como toda obra de valor. Respirando y observándose más y pensando menos.

Ese trabajo conjunto de cuerpo y mente presente nos ayuda a mejorar nuestra energía, nuestra calidad de sueño, nuestra atención, nuestro rango de movilidad, nuestra autoestima y control corporal, revaloriza la respiración, fortalece articulaciones y columna vertebral, mejora la postura y disminuye el estrés y los bloqueos. La traducción doméstica de esto: dormir del tirón sin atravesar un tortuoso camino, ser capaz de escuchar una conferencia de más de 20 minutos sin pensar en los vídeos de Tik Tok que te estás perdiendo, poder girarte grácilmente antes de caerte estrepitosamente al suelo, cambiarte la ropa de pie cuando no hay sitio para sentarse, calcular si alcanzas ese tarro antes incluso de intentarlo, notar si una persona está tensa sólo con observar su postura y sobre todo, pero no menos importante, sentirse más cómodo en tu propio cuerpo porque conoces sus posibilidades, sin necesidad de ser atleta olímpico. Eso es conexión y presencia.

A eso se refiere el mindfulness con la atención plena, tomar conciencia de la realidad en la meditación budista, la atención plena en el yoga, la práctica del taichi y del Qigong e inclusoel tópico literario “Carpe Diem”. A ser consciente del momento presente y del regalo que el propio movimiento corporal efectúa en nuestro cuerpo contracturado, en nuestra mente multiatareada y en nuestras emociones bloqueadas. Así que cuando veas a alguien hacer movimientos lentos y fluidos, recuerda que está cuidando su salud a nivel global.